jueves, 3 de abril de 2008

Diario de vida Parte II

Día 2.

Hoy decidió que éramos muchos así que iba a escoger sólo a doce. No quiero parecer soberbio, pero la verdad yo creía que era de lo más mejorcito que había ahí. O sea, los demás son pescadores, hay un gallo que no tiene pega, seis leprosos, doce ciegos, una galla que dicen por ahí que le gusta la cosa, otro que parece el joven combatiente, un rubio, dos abogados y tres ingenieros comerciales. A los leprosos les gano fácil porque bueno, son leprosos y se desarman fácil. Al rubio le gano porque habla en un idioma raro y nadie le entiende (en “lengua” según algunos, en “inglés” según yo. Pero qué sé yo.). A la mina no le gano porque es mujer y es la única y además, como dije, le gusta la cosa y ni gil que fuera el compadre.
Mientras escribía esto, los ciegos dejaron de ser ciegos, así que son sólo doce personas poco clasificables. A los ingenieros comerciales no les gano porque él dice que eventualmente le va a servir un buen marketing. A los abogados les gano obviamente porque, bueno, son abogados. Están más cerca de abajo que de arriba.
Dijo que la premiación era a las cuatro. Partió a las cuatro y cuarto porque su primo le estaba lavando el pelo y la cosa se demoró un poquito en eso. Yo estaba más que seguro que salía, por lo menos, tercero. Y tercero de doce es bien bueno.
Pero no. Saqué Diploma de honor, lo que me sirve en caso de que alguno se caiga, muera, emborrache, satanice o estudie derecho (o satanice, pero dicho de otra forma).

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