Como el azúcar es pecado y todavía ningún europeo va a robarse todo a SudAmérica, no comimos huevitos de chocolate. En vez de eso, optamos por comer maná que nos calló del cielo. Como a mi no me gusta tanto la comida divina, opté por dos plátanos que estaban vendiendo en un servicentro. La última vez que comí plátano alguien me preguntó que qué era eso, y ni entre "bananas", "plátanos" ni "fruta" logré explicarles. Es que es de Brasil, y todavía el país no existe, pero como importadores y negociantes han habido siempre (sobre todo en esta época y fundando religiones), ya los traen. Probablemente en Lan, pero eso no me incumbe.
De puro loco que me vuelvo de vez en cuando fui a hablar con ese del nombre parecido a Califa, que parece que pelea con pañales porque le dicen "Sumo". Antes de irme, el tipo este se me acercó y me empezó a contar una parábola bien tiernucha pero confundidora, tras la cual sin saber cómo terminé pasándole las treinta monedas de plata que me gané vendiendo chalas en el Templo. Despúes lo vi con la única del grupo, así que parece que en eso se gastó lo que honestamente gané.
Al grano. El asunto es que esto de perder protagonismo está siendo ya muy molesto y pensando la otra vez cómo podría hacer para figurar más y eventualmente ser representado por un yanqui en una película sobre mí y mis milagros (que hasta ahora han sido ganar la competencia de quién come más pescado en quince segundos), ¡paf! surge la ideota: qué mejor manera de figurar que TRAICIONAR al "mesías". Sambombazo que sería, portada de todos los diarios impresos en papiro, golpe noticioso.
Tenía todo el plan listo: voy, lo cambio por plata (qué tanto, si ahora todo el mundo vende sus principios por un par de moneditas...ese fue mi comentario panfletero), se lo echan (o le sacan cresta y media, no tiene que necesariamente morirse porque sería fome), me suicido y listo, la posteridad me recordará. Con odio, sí, pero ahora tampoco me iban a recordar con tanto cariño, para qué andamos con cosas. Sobre todo después de jugar futbol con la cabeza de su primo cuando se la cortaron (les traté de explicar que es un deporte, pero dale con que es falta de respeto). Si hasta estoy cachando que al otro gallo que quedó curadísimo y el tipo revivió a cachetazos lo van a querer harto. Ese poh, el Lázaro. Súper curado.
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